Un día dejé apartado en un rincón mi libro del caminar. Pensé que no habría nada más que escribir, nada más que contar.La palabra fue mi consuelo mucho tiempo pero sentí que ya no servía de nada, cree del más noble metal el escudo del mejor caballero, me lo colgué y volví a caminar, sin libro, sin destino, aunque si con objetivos; pero ninguno que me desprendiera de mi prenda predilecta.Cada día que pasaba, dejaba de ser tanto una prenda para pasar a fundirse con mi piel, llegando a ser parte de mi. Mi alma se volvía de acero, mi corazón se fundía con él. No podía respirar.En un día de camino encontré un libro en blanco, me lo habían dejado para poder contar lo que quisiera, ese libro no tenia ni principio ni final solo tendría lo que yo quisiera contar.Volví a escribir, tuve algo que contar, note otra vez que mi creación era una prenda y que no formaba parte de mi, pero aún me acompaña, vela mi seguridad.
Hablo con ella, porque recelosa teme por mí, pero no sabe que quizás, su protección hagan de mi algo que no quiero llegar a ser.Gracias altruista que me dejaste ese libro donde escribir.
martes, 25 de mayo de 2010
AL RESPIRAR...
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