Una de mis pasiones, aficiones o
hobbies, llamadlo como queráis, es viajar y desde hacía mucho tiempo, tenía un
destino al que ansiaba ir. La Ciutat Eterna… ROMA.
Después de mucho esfuerzo lo conseguí y el 11 de noviembre
aterricé con en el aeropuerto de Ciampino.
La primera impresión de la ciudad, teniendo en cuenta que
llegué y ya era de noche y no vi nada en el camino del aeropuerto al hotel, fue un poco
regular. Las calles tienen una luz tenue, amarillenta, y da un poco de miedo. Pero esta impresión, recuerdo que a los dos días ya no tenía nada que
ver con la del primer día.
Esa luz tenue era una luz perfecta
para el entorno de la ciudad y su riqueza cultural, sin duda una muy buena opción y a
la luz del día, a la mañana primera de llegar, descubrí que mi hotel estaba en
una zona muy bien situada.
La misma noche de llegada, dando una vuelta por los
alrededores me encontré de frente y de golpe (por que iba sin gafas ya que no
sabía que mi hotel estaba tan cerca de la zona “clave”) con el increíble
Colosseum. Unas palabras para describirlo MAJESTUOSO e INMENSO.
Desde el primer día tenia clarísimo que pretendía estar
desde que amaneciera hasta que cayera el sol y mi cuerpo aguantara pateando
cada recoveco de la ciudad y así fue.
Todo aquello que estudié en mi carrera, en la increíble
asignatura de Arte Barroco (increíble por su densidad entre otras muchas cosas),
todo aquel renacimiento cargado de idealistas de las proporciones, y demás
momentos de la antigua historia del arte, estaban allí.
Ha sido una increíble experiencia estética cada rincón de
aquella ciudad. Es una exposición gigante, y es que en cada esquina que giras
hay una obra de Bernini, Borromini, Bramante, Miguel Angel….
En comparación, para que os podáis hacer una idea los que no
la conocéis, es como si andas por la judería de Córdoba y te pones a contar los
cantos rodados que se extienden en sus callejones, pues igual número sumarás
caminando por las calles de roma si comparas en maravillas artísticas.
En cuanto a la ciudad en si, despojándola de sus
manifestaciones, es verdad que el italiano italiano, es un poquito, digamos…
ÁSPERO? Sí es verdad, aunque también tengo que decir que conocimos a gente muy simpática y amable, por ejemplo un heladero con el que pasamos un rato muy divertido, no se
cómo se llamaba aquel señor pero os dejo aquí una mención de su heladería ya
que está indicada para visitar por Tripadvisor.
Como curiosa que soy intenté probar todas las comidas
típicas de Roma, lo cual fue imposible, pero sí que deguste varias y me quedo
sin duda con dos: Oliva Escolane (es una aceituna rellena de carne) y la pasta Caccio e Pepe (salsa de queso y
pimienta exquisita).
Si tuviera que quedarme con un momento del viaje, sin duda
el que viví contemplando el Éxtasis de Santa Teresa, cuando comenzó a sonar en
el órgano de la iglesia el Ave María de Schubert y un tenor comenzó a cantar…. SIN
PALABRAS …
A continuación os dejo algunas de las fotos favoritas que saqué, solo pondré un par de ellas más ya que hice unas 1200 aproximadamente... LOCURAAaa...
A la derecha está el increíble éxtasis de Santa Teresa, de Bernini, en la Chiesa de Santa Maria della Vitoria...
A la derecha está el increíble éxtasis de Santa Teresa, de Bernini, en la Chiesa de Santa Maria della Vitoria...
La imagen de arriba es un detalle a contraluz de la Piazza Navona, en concreto de la Fontana dei quattro fiumi, también del maestro Bernini.
Y la que le sigue, es un detalle del óculo de la techumbre del Panteón de Agripa.
Cierro con esta foto del Castel Sant'Angelo, que la sacó mi nuevo fotógrafo Alberto Hierro... para mí, fabulosa.
Bueno no me extiendo más porque podría estar contando mil
detalles del viaje y sería esto un post interminable.
Eso si, viajar a ROMA os encantará.
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