jueves, 27 de febrero de 2014

NO SE PORQUÉ ME LLAMAN RARA


        Desde pequeñita ya me decía mi madre que era diferente. Recuerdo que en el colegio había el típico grupo de las niñas y niños populares, y luego estaban los menos populares, supongo que como en todos los colegios, y en las esquina del patio, los “marg…” no me gusta esa palabra pero no se me ocurria otra. Yo a pesar de todo, tenia a mis amigas y amigos entre los considerados como populares, pero para mí no existían esas diferencias, de hecho, no cabían en mi razón.

Cada curso me hacía buena amiga de algún niño o niña de ese tercer grupo y casi les adoptaba en mi casa. Me los llevaba a comer días tras días, o cada tarde estaban en mi casa merendando y haciendo las tareas, parte de ellas se las hacía yo, y por supuesto encantadísima.  Era muy peculiar porque a veces saliamos del cole y les decía venir a comer a casa, y me los llevaba y me presentaba en mi casa con mas bocas para comer sin avisar siquiera a mi madre.  Que ahora que lo pienso, santa mi madre que jamás me dijo nada ni tampoco me riñó ni una sola vez, si me pedía con mucha educación que por favor la avisara antes de llevar a casa a gente por sorpresa.

También me daba por jugar de forma muy peculiar. No era la típica niña que quería muchos juguetes y que llegaban los reyes y pedía una lista interminable y por supuesto era muy feliz con todo lo que me traían, aunque hubo épocas delicadas.

Me encantaba dibujar y fantasear historias que se creaban en mi mente. Por ejemplo, cuando iba en el bus, pensaba una historia de cada persona que viajaba en ese momento conmigo y porqué se bajaba cada uno en aquella parada.  Algo que me encantaba era cuando cerraba los ojos y veía cosas… sí, cosas…monitos, nubes, personas, lugares que jamás había visitado…cosas. Sin necesidad de decir voy a pensar en algo y luego imaginarlo. No, simplemente cerrar los ojos y ver algo.

Seguro que a alguno os ha pasado en algún momento, digo yo.

       El problema, según alguna gente, es que estas historias que me imagino en el bus, tren o incluso cuando viajo en coche y veo a conductores y viandantes, no quedó en mi niñez, sino que sigue en mi forma de ser y de ver la vida, sigo cerrando los ojos y creando y viendo fabulas maravillosas, para mí al menos. De hecho, sigo viendo dibujitos cada día, jugando con mis sobrinos cual niña a su nivel, soñando, fantaseando, dibujando, subrayando todo con mucho color… creo que aunque muchos me miren como si estuviera “chalada”, eso es lo que me hace diferente, lo que me hace mantener ilusión por cosas que el resto de la gente jamás percibiría y sobre todo, me hace sentir más feliz.

Os invito a que jamás abandonéis vuestro niño pequeño ese que una vez fuisteis y que por circunstancias varias abandonasteis, buscarlo y no lo dejéis escapar de nuevo, porque os aseguro que es un paso a la felicidad en muchísimas situaciones y un empuje en el día a día.

Os cierro este post con una fotografía del maestro Richard Avedon con la cual me siento muy identificada.




No hay comentarios:

Publicar un comentario