lunes, 12 de septiembre de 2016

UNA LUCHA CONSTANTE

          El título de este post lo dice todo y es de lo que realmente voy hablar aquí, de una lucha constante tanto física como mental. 

Sé de sobra que cuando muchos lo leáis os sentiréis reflejad@s, otros diréis que eso no es nada comparado con lo vuestro, otros tal vez pensaréis que no me es necesario ya esta lucha...se que habrá infinidad de opiniones y eso es parte de lo que me empuja contarlo.

                Porque, ¿qué sería de un post sin polémica? 


   No todos lo saben, sobre todo la gente que me ha conocido de mis 20 años aquí, y es que en mi adolescencia yo era gordita. Bueno, hablando con números, cuando tenía 12 años pesaba 90 kilos.

En el colegio mi grupo de amigas y amigos era el de los denominados "populares" con lo cual, las niñas eran delgadas, guapas, rubias, altas...y todos esos adjetivos que no estaban dentro de una descripción hacia mi persona.

Es cierto, que en ningun momento sufrí acoso escolar por mi físico, y verdaderamente he tenido muchos amigos en todos los momentos de la adolescencia, no me han excluido en ninguno momento por mi físico y no tenía complejos como tal. Pensaba en poder ser delgada y usar mini faldas o prendas que eran imposibles tal y como estaba. Pero sin afán de ponerme a cambiar o de ponerme a luchar por aquello que fantaseaba.

Mi vestuario se limitaba a uno o dos pantalones como mucho y un par de camisas y jersey bien amplios. Alguna sudadera y leggins. Poco más. Es más, recuerdo que como me costaba tanto encontrar ropa para mi, llegué a usar el mismo pantalón durante todo un curso y estaba ya tan deteriorado que tuvo mi madre que ponerle parches. 
Aclaro que era difícil buscar ropa para mi y que a ello se le añadía que nunca quería ir a comprarla, me incomodaba bastante.

No tenía complejos, (o eso creía) pero sin embargo, nunca iba ni he ido la playa o piscina con grupos de amigos, no tengo ese tipo de anécdotas para contar, en clase de gimnasia lo pasaba fatal, no me hacía los reconocimientos médicos para que nadie supiera lo que pesaba, etc... así que os dejo la libre interpretación.

Desde pequeña, tenia colesterol, evidentemente, porque ese peso en esa edad no es para nada saludable. 
Mi madre me llevaba al endocrino, me ponían dietas...pero sinceramente, me las pasaba por el forro. Odiaba la verdura, ni la probaba y apenas fruta. Lo intentaba, pero es que me daba una fatiguita muy grande. 
Ya mi madre creo que se dio por vencida y no fui a mas dietistas ni nada por el estilo porque era un caos cada vez que me tocaba ir, llantos y pataletas.

A los 19 años, un verano, estando de bromas con las amigas, me pesé, y flipé. No podía tener 19 años y pesar aquello. Digo aquello porque no recuerdo en concreto cuanto era, creo que algo así como 96 kg. Ese fue el primer día que realmente decidí perder peso y salió de mi. No busque dietas ni plan alguno de adelgazamiento, no hice un planning de comidas ni había orden alguno. Realmente yo era gorda de comer, no del aire, así que decidí comer normal. 

Al principio me quité el pan, los dulces, refrescos, embutidos... todo lo que me encantaba; porque un día mío de comida antes de empezar a dieta era algo así como:

DESAYUNO: Cualquier dulce que hubiera en casa pero no solamente uno, si había un paquete de rosquillas, pues el paquete entero, o si cogía la caja de cereales de chocolate, junto con ella cogía también un tetrabrick de leche y me lo tomaba entero con las veces que conllevaba rellenar el bol de cereales.

ALMUERZO: Comía siempre lo que hacía mi madre de comer, pero en cantidades industriales. Si había cocido, comía un plato con un bollo entero de pan y su pringá (eso si nunca he sido de tocinos y derivados con lo cual mi pringá era bastante light)  y de postre pues algo de chocolate. 

MERIENDA: Pues un poco más de lo mismo que el desayuno, aunque en las meriendas era mucho de bocadillos. Una viena de papel entera ( los cordobeses que leáis esto sabréis que es, para el resto pues un pan tamaño andaluza) relleno de chorizo y jamón de york con un poco de mantequilla; o de mantequilla y paté ( si esas mezclas extrañas) o de nocilla con chorizo arggg esa guarrindongada tan exquisita.

CENA: Aquí ya era el momento dramático total. Adoro cenar y soy consciente que es el momento del día donde menos hay que comer. Pero en esta época mis cenas eran pan con embutido graso (chorizo, mortadela con aceitunas, salchichón...) sin medir la cantidad de pan llegando a poder comerme una barra entera. Más postre que a veces eran natillas de chocolate con picos troceados y detrás si había algún dulce pues también caía.

      Mis comidas diarias como podéis leer eran bombas de colesterol y grasas a tope.
Como os decía al principio me quité lo primero que te quitan en una dieta. Luego pasé a disminuir las cantidades, había noches que no cenaba o solo cenaba algo de fruta y finalmente llegué al punto y paranoia de que si un yogur tenía más de 45 kcal no me lo comía.

Se me fue un poco de las manos, de hecho, almorzaba y me iba al gimnasio y estaba un mínimo de 3 horas todos los días, con cualquier cosa hervida en el estomago porque opté por liberar de grasas cualquier comida, y todo lo comía hervido o al vapor.
Me quedé en 59 kg y vi que no me hacia más feliz, sino que ahora tenía el problema de que me sobraba muchísima piel, me quedé sin pecho y en bikini parecía una tabla de surf. No me duró mucho el descontrol, vi donde estaba entrando y cogí las riendas, subí a unos 63 kg y ahí me mantuve.

Cómo todo estado de conservación requiere cuidados y constancia y no siempre es posible ser constante por circunstancias de la vida, un par de años o 3 después cogí cerca de 15 kilos. 
Empecé a tener insomnio y ello me llevaba a comer de noche, ansiedad, no comía apenas de día para contrarrestar las ingestas sin sentido nocturnas y bucle infinito hasta que de nuevo tuve que poner fin y plantarle cara.

Conseguí dormir y darle una paliza a la ansiedad y bajar peso, y me mantuve en 70 kg más o menos, durante bastante tiempo.
Volví a pensar bajar peso, lo conseguí, volví a los 63 kg de forma esta vez sana y controlada y me mantuve un año aproximadamente. Hasta que llega un día que dices, me voy a comer una pizza, que por supuesto, no pasa nada. El problema está cuando ves, (HABLO SIEMPRE DE MI) que te comes esa pizza y no coges peso, y a los dos días vas a comer burguer, al fin de semana siguiente vuelves a comer algo que no debes... y te das más que cuenta de que o vives completamente a dieta con mucha consciencia de que tus cheatmeal tienes que dominarlas por completo y hacerlas de forma muy ocasional o sino siempre serás la chica del instituto que solo tenia 2 modelos de pantalón y ni una sola falda.

Adoro comer, lo confieso es una de mis pasiones y aficiones y afortunadamente me gusta todo y me encanta todo lo "malo".

En Junio cumplí 30 años, eso quiere decir que llevo con la misma cantinela, 11 años, qué no es poco. 

Creo que en los altillos de mis armarios puedo tener pantalones desde la talla 36 hasta la talla 50 que fue la máxima que use.
Y no es un secreto como ya habéis leído que no llevo naaaaaaada bien cumplir años y tampoco llevo bien coger peso, ni llevo bien verme mal, y casi siempre es así.

Así que me puse un objetivo, que espero lograr, aunque ya confío poco en mi, y es estar en los 30 teniendo la MEJOR VERSIÓN DE MI.

Me he dado cuenta que llevo media vida, intentando "agradarme" porque pienso que los demás me verán mejor. Más guapa, más lista y sociable. Llevo haciendo retos para conmigo alimenticios, no se el tiempo, empiezo, avanzo, me estanco y vuelvo a empezar.

                                            !Ya se acabó¡

No hablo ya solo del físico, sino de mí como persona. Sólo quiero controlar mi vida y mi relación con la comida, que sea algo sano y equilibrado. Que quede claro que solo tengo complejos y baja autoestima que nadie se alarme.
     No solo hablo de valores nutricionales sino toda esa caja de pandora que se almacena en mi cabeza loca.
Espero conseguirlo, dicen que lo importante es la actitud, pues yo la tengo y quiero ese cambio. 
Ya os contaré cuando llegue, como me encuentro en #mimejorversión30.

Contando todo esto me gustaría hacer reflexionar a todas estas niñas que luchan por ser aceptadas en la sociedad actual; porque realmente no sirve absolutamente para nada. No se necesita una aceptación social sino personal. Esa es la complicada. 
La sociedad te va aceptar tal como seas, y será más amplia la aceptación si eres tu la primera que te valoras. Eso lo he podido comprobar. 

No fui más feliz pesando 59 kg, mido 1.70 y vistiendo una 36. Se me estropeó el pelo por no nutrirme como debía y aunque mi historia no es extrema, ver lo delgada que es la linea acojona muchísimo. Jugar con nuestra salud por cánones que han creado las industrias, perdonadme, pero es completamente de subnormales. Y me meto en el saco. 

Así que ahora busco mi libertad y como digo MI MEJOR VERSIÓN. 

¿Cuál es la tuya? Si quieres compartirla sube la foto de tu mejor versión a Instagram bajo el hastag #mimejorversion y compartela con el mundo.

                 Nos vemos en las redes mis GLORICIOSOS. 



1 comentario:

  1. Me conoces y te conozco "lado oscuro", te he visto cambiar y luchar por ser mejor aunque nuestros caminos han estado siempre separados por circunstancias y aquí delante del mundo te digo una sola cosa: no siempre es posible mejorar lo que ya es mejor. Aunque tú si puedes aspirar a mejorar otros nos conformamos con ser buenos... porque es lo mejor que podemos ser. Dale brío.

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